Sunday, October 08, 2006

Ser campeón del mundo, es también un triunfo moral.

Cuando Fernanda Urrea convirtió el Gol de Oro que consagró a Chile como campeón mundial de Hockey Patín, no pude evitar que los ojos se me llenaran de lágrimas. La emoción fue demasiada. De ese deporte no sé nada. De hecho, fue el primer partido que vi en mi vida. No importa, porque un puñado de deportistas de mi país se coronaban como las mejores del mundo, y eso bastaba para haber saltado del sofá ante la mirada incrédula de mi polola. ¿Cuántos deportistas chilenos pueden decir que son campeones del mundo? Supongo que demasiado pocos.

Me alegré por ellas. Sobre todo, porque las entiendo. Porque se lo difícil que es. Porque entiendo que detrás de este triunfo hay años y años de entrenamiento, de esfuerzo, de frustraciones, de golpes, lesiones...sacrificios. Porque se lo frustrante que resulta jugar partido tras partido frente a dos personas en el público, porque conozco la realidad del deporte de mi país, y se que las condiciones no son ni cercanas a lo óptimo. Las entiendo, muchachas, las entiendo. Lo que lograron las denominadas "Marcianas" es, verdaderamente, heróico. No tiene precedentes. Todo aquél que ha participado en la alta competencia puede corroborar lo que digo.

Han pasado 3 horas desde el final del partido, y no he podido sacármelo de la cabeza. Porque, aunque suene extraño, este título es un triunfo moral para nosotros, los deportistas que representamos al país. "¿Cómo? O sea, ¿toda la vida nos quejamos que sólo logramos triunfos morales, y ahora que somos campeones mundiales de algo, piensas eso?" Si, o casi. Porque cuando hemos hablado derrota tras derrota de "triunfos morales", a lo que en realidad nos referíamos era simplemente a derrotas históricas que se transformaron en derrotas históricas con mayor dignidad.

El título de las hockistas es un triunfo moral en otro sentido. Es un triunfo que nos permite soñar. Un título que nos dice: se puede!. Es un logro que ensancha el corazón, alegra el alma, y abre el apetito. Es un campeonato que levanta la moral de todos, pero por sobre todo, de nosotros, los deportistas.

La semana pasada comenzamos nuestro entrenamiento en miras al Sudamericano Adulto de Voleibol, que se disputará en Septiembre del 2007 en nuestro país. El resultado común de nuestro país fluctúa entre el 4º y 5º lugar. Ahí nos movemos a nivel sudamericano. Nuestro objetivo es conseguir una medalla. Pero...Brasil es el campeón del mundo, de los JJ.OO, y de la Liga Mundial. Imbatibles para cualquier selección en el mundo. Argentina está entre los 6 mejores equipos del planeta, y Venezuela entre los diez. Cada uno de esos equipos entrena seis horas diarias, y sus jugadores ganan miles de dólares mensuales, jugando en los más grandes equipos de Europa. Nosotros, todos estudiantes univeristarios que sacrifican tiempo y energía por el mero placer de representar a nuestro país. Para los futboleros, imagínense un campeonato donde juegue Italia, Brasil y, digamos, España, junto a la selección universitaria de Chile. Conseguir el tercer lugar es, por decirlo de alguna manera, complejo.

Nos vamos a preparar bien, mejor que nunca. Muchos congelarán sus estudios para poder entrenar en doble jornada todo el próximo año, verano incluido. Otros, optaremos por posponer nuestro ingreso al mundo laboral. Después de todo, el que no se la juega, no triunfa. El ejemplo está ahi, más fresco que nunca. El triunfo de las hockistas chilenas me ha levantado la moral. Me ha demostrado que se pueden lograr grandes cosas, aún en desventaja.

Las grandes lecciones hay que tomarlas, hacerlas propias. Si ellas, equipo amateur, pudieron, ¿porque no nosotros? ¿Porqué no pensar en el primer lugar? ¿Porqué sentirse derrotado incluso a un año del inicio del torneo? No. Se puede. De mi parte, prometo hacer todo lo que esté a mi alcance para salir campeón. "Ya...te chalaste!" Puede ser, pero para lograr grandes logros hay que ser un poco loco. Hay que saber mirar más allá de la realidad, y soñar con que ella se puede cambiar.

Gracias, muchachas! Me han abierto los ojos. Vuestro triunfo es un triunfo moral para todos los deportistas nacionales. Nos han permitido soñar.

Deportistas todos: si seguimos quejándonos de que no tenemos apoyo del Gobierno, de la empresa privada o de los medios de comunicación, nunca lograremos nada. La confianza tiene que partir de nosotros. De saber de que somos capaces de ganar. De saber, en síntesis, que los soñadores cambian la historia. ¿Quién me acompaña?

Wednesday, October 04, 2006

Liderando hacia el alto desempeño: lecciones de buzo y zapatillas

“Entrenar no es gran misterio.
Sólo requiere pedir mucho trabajo,
determinación e inspiración
en el momento preciso”.
Bob Zuppke, entrenador de fútbol americano

Formar y liderar equipos de alto desempeño son coyunturas claves que los ejecutivos deben asumir en su quehacer, y que se han transformado en una necesidad imperiosa si se desea liderar en el mercado, producir innovaciones o llevar a la organización a un nivel superior.

Sin embargo, encontrar ejemplos de este tipo de equipos actuando en empresas puede resultar más difícil que hablar de ellos, principalmente por el fuerte apego que existe al interior de las empresas hacia la predicción de resultados y la preocupación por los riesgos que pudieran involucrar desafíos a gran escala, lo que transforma a este tipo de equipos en un bien escaso, y por cierto, a la tarea de crear y liderar uno de ellos en un reto complejo. En este marco, cabe necesariamente hacerse la pregunta: ¿qué puedo hacer para crear y liderar un equipo que permita un cambio sustantivo en mi organización?

Recetas no existen. Tal vez, si hiciéramos una revisión de los principales autores que tratan el tema, o analizáramos diferentes supuestos de liderazgo, podríamos encontrar ciertos parámetros y criterios que pudiesen guiarnos. Pero no sería suficiente, pues si existe algo esencial que se debe comprender sobre los equipos de alto desempeño, es que cada equipo es diferente en disposición, estructura y plazos, pero poseen la característica común de que han transformado su labor en valor para la organización.

Pareciera ser que donde mejor se ha entendido este último supuesto es en el deporte colectivo, ámbito donde abundan estudios, basados en experiencias de equipos exitosos, sobre la conformación de equipos de alto desempeño y esencialmente sobre aquellos liderazgos que permiten el éxito en la disciplina. Al respecto, existen aspectos que permiten hacer ciertas generalizaciones respecto de la labor del líder que son extrapolables y aplicables al ámbito empresarial.

En los equipos deportivos exitosos, el líder no es sólo aquél que mejor maneja los aspectos técnicos o tácticos, sino que es aquél que es capaz de direccionar, organizar y gestionar tanto su propia labor como aquello relacionado con el desarrollo, dirección y coordinación del conjunto, lo que implica la capacidad de conducir a los integrantes del equipo a la consecución de las metas, a plantearles desafíos complejos, a encauzar aprendizajes, coordinando sus acciones a través de la aceptación de directrices y responsabilidades y por cierto, resolviendo conflictos, todo en el marco del objetivo trazado.

En este sentido, los resultados de las experiencias exitosas de equipos deportivos indican que el líder es capaz de comprometer a las personas en una tarea que resulta desafiante, que logra utilizar ese compromiso como fuente de la confianza entre los integrantes y que permite además la integración y cohesión de los mismos; que es capaz de transmitir la importancia de determinados procesos en el resultado global, buscando una comunicación efectiva que permita al equipo tomar decisiones balanceadas y gestionar sus diferencias. Así, el líder es competente al negociar el proceso que lleva al éxito, utilizando herramientas que lo facilitan, como técnicas de resolución de conflictos y de planeación, acuerdos de comportamiento y buscando la cercanía física entre los integrantes. Consiguientemente, el líder de equipos deportivos exitosos posee la destreza de transmitir al equipo la importancia del mejoramiento continuo de las habilidades tanto individuales como colectivas, sea en lo técnico, lo táctico o lo relacional.

Pareciera ser, entonces, que lo fundamental para gestionar un equipo exitoso no radica en su totalidad en la capacidad técnica, sino que va mucho más allá, y tiene relación con generar espacios y estructuras que permitan el desarrollo de las potencialidades de los integrantes del grupo, en un marco que permita la cohesión grupal, donde la búsqueda del resultado óptimo permita generar espacios abiertos de comunicación, donde la retroalimentación sea constructiva y direccionante, donde exista lugar para la crítica y el autocuestionamiento, y donde cada integrante del equipo pueda comprender su función en el entramado final que llevará al equipo a lograr resultados descollantes.

Como puede apreciarse al estudiar los grandes éxitos de equipos deportivos triunfadores, no se da gran relevancia a las capacidades técnicas ni al talento de los jugadores, sino que a su compromiso con la meta. No se da gran relevancia a crear un gran equipo, sino que a crear un gran desafío. No se da relevancia a evitar contratiempos o conflictos, sino que a superarlos y utilizar los recursos disponibles del equipo para impulsar la incesante búsqueda de resultados superiores.

Cabe, entonces, hacerse las últimas preguntas: como líder, ¿facilito espacios abiertos que permiten generar objetivos desafiantes? , ¿permito a mis “jugadores” desarrollar el máximo de sus potencialidades?, ¿los provoco y logro comprometer con los objetivos?, y por último, la más importante de las preguntas: ¿cuánto anhela mi organización ser campeona del mundo en el planeta de las empresas, y qué estamos haciendo para conseguirlo?



Tuesday, October 03, 2006

It`s starts with one thing...me.

Me decidí. Lo pensé quizás más de lo necesario, pero al final lo hice. Comienzo aqui mi blog. ¿Porqué? Ni idea. Porque sí. Porque tengo ganas, y punto. Me preguntaba, ¿de qué voy a hablar? No importa. De todo y de nada. Después de todo, es personal. Lo importante es que sea capaz de escribir de lo que tenga ganas, cuando quiera y como quiera. Hoy voy a escribir de mi. ¿Quién soy? Eso no lo puedo contestar. Sólo puedo asegurar que seré sincero, contándoles a quienes quieran leer, quien creo ser. Hoy tengo ganas de hablar de mi. "¡Que narciso!". No tanto. Simplemente, hoy pensé mucho en mi, y quiero escribir sobre eso.

Soy un tipo optimista. Probablemente es mi mayor virtud. La vida hay que tomarsela así. Una vez escuche: "No hay que preocuparse de los problemas que no se pueden resolver, precisamente porque no hay como solucionarlos. Y si los problemas tienen solución, hay que estar tranquilo, porque se resolverán". Esa es, básicamente, mi filosofía de vida. Tengo buen humor, que se basa en una inteligencia rápida, en saber siempre lo que hay que decir en el momento preciso. Ello hace que provoque en mucha gente cierto grado de "magnetismo", la gente tiende a escuchar lo que tengo que decir, lo cual me honra, pero a la vez me produce una sensación de responsabilidad. Por lo mismo, me gusta discutir, argumentar, y siento que lo hago bastante bien.

Tiendo a ser altamente iracible, inseguro y con un sentido de la realidad algo alterado. Como el lenguaje permite flexibilidades, amigos me han dicho que soy exigente, analítico y soñador, epítetos que son básicamente una forma más generosa de decir "iracible, inseguro y con escaso sentido de realidad". Gracias por eso!

En mis decisiones me gusta ser independiente y sincero con lo que quiero. Soy muy sociable, "amigo de todos" (aunque si, puedo caer muy mal). Afectivamente, soy muy pasional. Amo u odio. Sin puntos medios. A la gente que quiero, se los hago saber, con abrazos, cariños, besos y gestos. Con ellos, soy muy generoso. Dejo mucho de lado por la gente que quiero. A la gente que no quiero, no los molesto, pero tampoco me pongo la máscara.

Tiendo a la exageración. Sobre todo en las conductas, a veces no tanto en lo que pienso. En momentos, peco de superficial y torpe, pero lo combino con una profundidad más intelectual que afectiva.

Soy autoexigente. Lo que quiero hacer, lo quiero hacer bien. Más bien, excelente. Y cuando me comprometo con una meta, pongo mente, pongo cuerpo, alma, sangre, sudor y lágrimas para conseguirlo. Y lo hago. Son pocas las frustraciones que he tenido. No descanso hasta conseguir lo que quiero. Si, soy competitivo, y mucho. Ya habrá momento para defender a la competitividad, tan vapuleada en general.

Me considero inteligente y líder. Bueno, en verdad, en general me dicen eso. Si hay personas que me han visto de esa manera, se los agradezco. A veces siento que es así, a ratos, no tanto.

Termino con mi mayor defecto: la arrogancia. Tema a resolver, sin dudas. A veces pienso que no es tan malo ser arrogante, en el sentido de que "me creo el cuento", lo que no me parece malo, porque me ha ayudado a mejorar mi desempeño tanto en lo académico como en lo deportivo. Lo negativo, claramente, es cuando transmito aires de superioridad. Por lo general, no es mi intención, pero igualemente es algo que debo superar.

Esto es a grosso modo lo que creo ser, como me veo en el mundo. Y por suerte, no es refutable. Cada quién puede tener impresiones distintas de las personas. Entonces me pregunto: ¿Qué es más importante?¿ Cómo se ve cada uno, o lo que transmite?